jueves, 27 de febrero de 2014

Mollie Crea, la edición española de Mollie Makes

Leer, informarse, documentarse e inspirarse. Esas son las cuatro ventajas de descubrir y explorar la infinidad de blogs disponibles en la red y también los libros y publicaciones que encontramos en librerías, kioscos y tiendas especializadas. Sin esa ingente cantidad de información, el renacer del punto o la costura no se habría producido.

Os cuento esto porque este mes hemos sabido que Mollie Makes, una de las revistas sobre técnicas hand made más vendidas, por fin tiene versión en castellano. En febrero publicaron el primer número, casi sin hacer ruido. La noticia corrió como la pólvora...¡y los ejemplares también! Encontrar la primera hornada de Mollie Crea requirió una docena de radares que, al final, dieron sus frutos. Hace unos días, por fin pude disfrutar de la lectura tranquila de este primer número, que lleva en portada un proyecto para San Valentín.

El desembarco de Mollie Makes en España es una de las buenas noticias del año. Sin embargo, no todo van a ser flores: la edición en español tiene los mismos contenidos que la original, lo que para mí supone un fallo importante. El primer número de Mollie Crea tiene sello británico y, sin embargo, está dirigida a las craft adictas españolas. No parece una buena carta de presentación.

Lo positivo es que podemos descubrir patrones, proyectos, iniciativas, marcas y blogs que no conocemos sin necesidad de suscribirnos a la versión en inglés (una opción bastante repetida, a pesar del gasto que supone); lo negativo, que no prestan atención al resurgir de las técnicas artesanales en nuestro país...al menos por ahora.

Por todo ello, aplaudimos la decisión de publicar Mollie Makes en castellano pero criticamos la falta de contenidos propios para la edición en España. ¡¡Será por artesanas y blogueras en nuestro país!!
Aún así, seré sincera: ¡me requetegusta el número 1 de Mollie Crea y seguiré comprándola mes a mes!

Y a vosotras, ¿qué os ha parecido el primer número de Mollie Crea?

lunes, 24 de febrero de 2014

Puffs DIY a medida de las mesas Lack

Por fin he terminado un proyecto que llevaba tiempo maquinando sin que encontrara el momento de ponerme con ello. Aunque en el mercado hay infinidad de cojines y cubos reposapiés de todos los estilos, materiales, formas y colores, yo quería uno que se adaptara a la perfección al hueco que tienen las mesas Lack que venden en Ikea; no encontré ninguno que pudiera valer. Así que me puse manos a la obra y hoy os muestro el resultado:




Para elaborarlos utilicé los siguientes materiales:

- Tela de tapicería de doble ancho (90 centímetros de largo)
- Tijeras
- Escuadra y tiza
- Hilo acorde con el color de la tela
- Guata de fibra sintética (1 kilo, como mínimo, por cada uno de los pufs)
- Papel para el patrón, lápiz, alfiler y un trozo de cuerda fina.


PREPARACIÓN DE LOS PATRONES: Lo primero es hacer el patrón de la base de nuestro puff. Teniendo en cuenta el hueco disponible, debe tener un diámetro de 32-34 centímetros. He tenido tan mala pata que no encontré ninguna fuente, olla, plato u objeto circular que me sirviera de molde, así que recurrí al viejo truco del cordel. Corté un trozo de cuerda de 17 centímetros (es lo que mide el radio de la circunferencia); en uno de los extremos fijé un lápiz y, en el otro, un alfiler; pinchas el alfiler y comienzas a dibujar la circunferencia en torno al alfiler. Aunque no quedó perfecta, el resultado fue más que digno.

Teniendo la base hecha, sabemos también lo que medirá el cuerpo del puf: será un rectángulo de 28 centímetros de alto (es la altura que nos permite el hueco de la mesa) y 106 centímetros de ancho (2x17x3,14). Llega el momento de cortar las piezas en el tejido.

CORTE DE LAS PIEZAS: Como queremos hacer dos puffs, necesitaremos 4 bases y dos cuerpos. Para los cuerpos vamos a aprovechar el ancho de la tela; podemos doblarla en el sentido contrario y así aprovechar el corte para las dos piezas. Medimos con la escuadra y dibujamos, con la ayuda de la tiza, el rectángulo de 28cm x 106cm. Recortamos, dejando al menos un centímetro de margen de costura.
Para cortar las bases, fijamos el patrón con alfileres y recortamos, dejando siempre un margen de al menos un centímetro para coser. En este proyecto concreto, decidí utilizar las tijeras en zigzag para cortar todas las piezas. La principal ventaja de utilizar estas tijeras es que es más difícil que el tejido se deshilache al trabajar con él.

ENSAMBLAR Y COSER: Llega el momento de fijar las piezas entre sí. La regla de oro que nunca debemos olvidar es que siempre deben estar enfrentadas las caras "buenas" del tejido, es decir, que ensamblamos las piezas cara con cara para que las costuras queden ocultas una vez terminado el puf. Es normal que aparezcan algunos fruncidos en la tela, puesto que es de base circular. Un consejo personal es que fijéis primero las piezas con alfileres para rectificar si es necesario. Cosemos las piezas (cada una de las bases al cuerpo y los extremos del cuerpo entre sí), dejando una pequeña abertura por la que daremos la vuelta al puff (para que la cara "buena" del tejido quede hacia afuera)

 RELLENAR Y REMATAR: La misma abertura que nos ha servido para darle la vuelta al tejido y conferir al puff su aspecto definitivo nos va a valer también para rellenarlo con guata de fibra sintética, el material que habitualmente se utiliza como relleno de almohadas o cojines. Suelen venderlo en colchonerías, en bolsas de medio kilo o un kilo, y nos sirve para infinidad de proyectos DIY. Para cada nuestros puffs necesitaremos al menos un kilo de guata, aunque depende del gusto de cada uno; a medida que rellenamos y comprimimos la guata, el puff admite más y más. Cuanta más guata lleve, mayor firmeza. Cuando esté a nuestro gusto, cerramos la abertura con hilo y aguja (o máquina de coser) y ya tenemos nuestro puff.

¿Qué os parece el resultado?

viernes, 7 de febrero de 2014

Click clack...¡que fluya la creatividad!


¿Nunca habéis tenido ansiedad por craftear? A mí me pasa muy frecuentemente: me paso todo el día con la cabeza en ebullición, fabricando ideas a toda velocidad, repasando mentalmente si tengo todo lo necesario para llevarlas a cabo; organizo proyectos, por orden de prioridad, y cuento los minutos que quedan para llegar a casa y ponerme manos a la obra (o a la aguja, la máquina o las tijeras, más bien). Hoy ha sido uno de esos días y el saldo es más que positivo. Además de una veintena (o más) de proyectos handmade pendientes, ya en el desayuno decidí que hoy por fin estrenaría la última máquina que he incorporado a mi colección de cachivaches: una etiquetadora de Artemio.


No es nueva mi facilidad para acumular herramientas sin estrenar en el armario, pero a esta le tenía muchas ganas por lo práctica que es. El funcionamiento es sencillo: trae dos discos, uno para mayúsculas y otro para minúsculas. Tras colocar la cinta adecuadamente, giras el disco hasta que la letra deseada quede en la posición correcta y, mediante presión mecánica, se graba la letra en la cinta.

En realidad, estos aparatos existen desde hace años. Son la versión clásica de las etiquetadoras Dymo, que incorporaron la tinta, las pilas y la pantalla al invento, abrieron la posibilidad de corregir antes de imprimir y, por tanto, no resultan atractivas para una craftadicta como yo. La posibilidad de cometer un error y la concepción de ese error como parte esencial del objeto final es una norma básica de cualquier técnica, herramienta u objeto hecho de forma artesanal. ¡¡Por eso me gusta esta etiquetadora!!

Hasta ahora utilizaba una imprentilla que compré hace años en MUJI para plasmar mensajes sobre papel, principalmente. Con mi nueva etiquetadora, ¡¡se amplía mucho el horizonte de posibilidades!! Y tengo que darle las gracias a mi hermana pequeña, que acertó al elegir este regalo en la última edición del herman@-cuñad@ invisible que organizamos cada año para el día de Reyes. No sólo supo acertar, sino que además hizo alarde de su vena craft (es una pasión compartida) y decoró esta caja para mí:


La caja ya está repleta de cintas, washi tapes, troqueladoras, tijeras, sellos y pegatinas. Y hoy, oficialmente, he estrenado la etiquetadora con un objetivo claro: bautizar y personalizar la libreta Moleskine en la que voy guardando los proyectos pendientes, las medidas de los patrones de costura y los pasos de las recetas que me gustan. Desde hoy es mi particular FÁBRICA DE IDEAS.

¡Que fluya la creatividad!

martes, 4 de febrero de 2014

Receta de cookies americanas

cookies

Con lo patosa que soy en la cocina, quién me iba a decir que llegaría el día de compartir recetas en el blog. Hoy me estreno con las galletas de mantequilla y chips de chocolate, las clásicas cookies americanas, que tienen un sabor irresistible. Después de muuuchos intentos, conseguí dar con una receta asequible para cucharas torpes.


galletas con chocolate - ingredientes
Vamos con los ingredientes:

- 220 gramos de harina
- Medio sobre de levadura (una cucharada)
- 90 gramos de azúcar moreno
- 50 gramos de azúcar blanco (se pueden sustituir 10 gramos por azúcar con aroma a vainilla)
- Chips de chocolate, al gusto
- 100 gramos de mantequilla
- 1 huevo



Y, ahora, la receta paso a paso:

1. Derretimos la mantequilla a punto pomada, es decir, medio líquida medio sólida (con trocitos, para entendernos). Para lograrlo, la troceamos en partes iguales y la calentamos en el microondas a media potencia durante 40-50 segundos.

2. Añadimos los dos tipos de azúcar, mezclando bien los ingredientes.

3. Batimos el huevo y lo incorporamos al azúcar y la mantequilla, ligando bien la mezcla.

4. Tamizamos la harina y la levadura sobre la mezcla, poco a poco, para que la masa vaya cogiendo consistencia. Al principio podremos utilizar una cuchara, pero tendremos que terminar de amasar con las manos. La masa debe quedar compacta, de manera que podamos manejarla con las manos sin que se queden restos entre los dedos. Si vemos que la masa no está compacta, añadimos algo más de harina, poco a poco, hasta que tenga la consistencia deseada.

5. Añadimos las chips de chocolate, distribuyéndolas bien en la masa. En cuanto a la cantidad, depende del gusto de cada una; yo suelo echar alrededor de 80 - 100 gramos.

6. Envolvemos la masa en film transparente o la introducimos en una bolsa de congelación y la dejamos reposar durante, al menos, una hora y media en la nevera. Este paso es muy importante, puesto que al refrigerar la masa se endurece, la mantequilla se solidifica y evitamos así que las galletas se desparramen al hornear.


7. Precalentamos el horno a 200º y sacamos la masa de la nevera. Hacemos bolas del tamaño de un albaricoque y las distribuimos en la bandeja del horno, aplastándolas ligeramente en la parte superior. Horneamos durante 8-10 minutos, hasta que veamos que las galletas están ligeramente doradas. Las sacamos del horno y las dejamos enfriar, con cuidado de no romperlas (mientras estén calientes estarán algo blanditas). ¡Y listas para comer!

¿Qué os ha parecido? ¿Os gustan las galletas de chocolate?







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